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Para empezar se han planteado tres quejas por parte de tres individuos sobre el acta anterior de las que se ha pasado olímpicamente.

Luego se ha discutido si se define primero el carácter y objetivos de la asamblea o si se definen primero las comisiones y luego ya se verá el contenido. La moderadora ha ido interviniendo y respondiendo con su opinión desde el micrófono, dando prisa y cortando a quienes defendían definir primero el carácter obrero de la asamblea (lo ha seguido haciendo durante toda la asamblea). Se ha impuesto frente a una minoría la indefinición de los objetivos de la asamblea y la definición de las comisiones primero. Se ha rechazado así la definición de anticapitalista y obrera de la asamblea.

Una vez impuestas las comisiones por encima y antes de la definición de los objetivos y del carácter de la asamblea, un joven aparentemente fuera de la organización pero que se ha erigido al poco en moderador ha propuesto y aprobado una serie de comisiones de carácter aparentemente técnico. Una vez aprobadas, la moderadora ha intentado posponer la propuesta de “nuevas” comisiones, escapándosele la evidencia de que las comisiones “propuestas” justo antes no eran nuevas, eran las ya decididas por el grupo que controlaba el equipo de sonido.

En cuanto un trabajador ha planteado la creación de una comisión contra los despidos y los desahucios, ha empezado una oposición cerrada a dicha comisión. En un punto de la discusión, la moderación ha tratado de disolver la asamblea inventándose que la pareja de municipales que estaba mirando iba a desalojar la asamblea. Los municipales lo han desmentido al presidente de la comunidad de vecinos y al cabo de un rato simplemente se han largado de allí. Con lo que la asamblea ha tenido que seguir discutiendo, pero al final se ha impuesto que la cuestión de los trabajadores fuera relegada a un grupo de trabajo.

Los métodos utilizados para manipular la asamblea (este es el objeto de la dinamización para la que según uno de los organizadores llevan tiempo entrenándose: “se han estado haciendo cursos de capacitación para organizar las asambleas”) han sido:

1. imponer los “consenso” sin dejar tiempo de reflexionar (consenso que se pasan por el forro cuando se trata de sacar adelante sus propuestas).

2. quejarse y hacer demagogia con que había que terminar a las 14h para evitar la discusión.

3. un uso absolutamente coartador del gesto de “repetición” para expresar desacuerdo nada más empezar una intervención e intimidar a los trabajadores que iban tomando la palabra.

4. como guinda varios elementos del grupo del centro que dirigía se han acercado militantemente a todos los que intervenían a favor de la comisión contra los despidos y contra los desahucios apartándoles un poco de la asamblea para tener una discusión personalizada individual (como en el parlamento donde todo se decide en los pasillos) para desactivarles y que no pudieran seguir el desarrollo de la discusión: jóvenes aparentemente dispersos en varios puntos de la asamblea se han ido levantando y moviéndose por la asamblea claramente coordinados evidenciando que son un grupo organizado: han terminado todos de pie y hablando entre ellos para controlar la asamblea.

5. desde la organización de la asamblea se distribuía una hojita sin firmar con el título “¿qué es una asamblea?” que entre otras perlas tiene “hay que dejar los prejuicios y las ideologías en casa”, se entiende que las dejemos en casa todos menos ellos.

Se han creado tres comisiones muy significativas: la comisión de propuestas para cribar todas las propuestas (palabras textuales de quien la ha propuesto y que ha explicado que en Sol esto se ha hecho sistemáticamente y que ella había participado en esta labor) y la comisión de dinamización que filtrará a su vez las propuestas de los grupos y comisiones y se encargará de manipular la asamblea. La comisión de respeto es la policía política interna.

Finalmente se han conformado grupos de trabajo de inmigración, de sanidad, de vivienda, de género, etc. con lo que los intereses de la clase obrera no sólo han sido reducidos a un grupo de trabajo (en vallecas, como ha quedado en subcomisiones en otros sitios) sino que éste está vacío de contenido. El problema de la inmigración, de la vivienda y de la sanidad son inseparables del problema del salario para la clase asalariada: separarlos es esterilizarlos.

Hay 17 millones de asalariados en activo más 5 millones de parados más los componentes jóvenes y ancianos de sus familias, son estos los intereses alrededor de los cuales deben gravitar todo el resto. Ni grupo de trabajo, ni comisión: carácter abiertamente obrero y asalariado de la asamblea. Lo demás es una falacia.

Nuestra conclusión es que la actual asamblea de vallecas (como su patrón en Sol) es un tremendo paso atrás incluso respecto al incipiente movimiento obrero existente a la fecha. Es la exigencia de la eliminación sistemática de la más elemental terminología de clase y de la memoria histórica (la poca que a duras penas se ha logrado mantener viva), la sumisión de los intereses de la clase obrera como accesorio al movimiento ciudadano, la disolución del movimiento obrero organizado. Es un ambiente asfixiante en el que la defensa de los planteamientos de la clase obrera no puede prosperar.

Como sistema representativo es incluso una copia empeorada del parlamento burgués, que ya ha demostrado que sólo sirve para defender los intereses de la patronal: las actuales asambleas son un paso atrás. No digamos respecto al sindicalismo de clase o los consejos obreros, de base asalariada ambas.

De hecho, en estas asambleas se han prohibido de un plumazo la libertad sindical y la actividad de los partidos obreros, conquistas básicas de la clase obrera en el capitalismo para combatirlo y defender los intereses inmediatos. En esto y en su pretensión de estar por encima de las clases y las ideologías, estas asambleas y sus grupos promotores coinciden lisa y llanamente con el fascismo. El consenso impone la comunidad de intereses y de fines únicos entre las clases, no es más que la pretensión del sindicato vertical disfrazada de novedad.

Los trabajadores asalariados necesitamos recuperar el sindicalismo de clase para la defensa independiente de los intereses de la clase obrera, independiente de la pequeña burguesía, tanto de la de la tienda como de los aspirantes a carrera en la universidad.

Necesitamos asambleas realmente obreras en las que se hablen de los problemas e intereses reales inmediatos e históricos de la clase obrera desde los problemas con las nóminas a la defensa del puesto de trabajo, del subsidio de paro, de la vivienda y de la raíz de nuestra condición, coordinando su resolución a través de la acción colectiva sindical directa. Todo esto sin dejarlo en manos de abogados (aunque nos apoyemos en ellos accesoriamente) sino sacándolo de la oscuridad en la que está para ponerlo encima de la mesa a discusión entre trabajadores para poder compartir las lecciones y organizar conjuntamente el movimiento reivindicativo general y sistemático en los centros de trabajo, no sólo para los grandes desfiles y demostraciones sino para romper el sometimiento diario y cotidiano de los trabajadores a la patronal y a los bonzos del sindicalismo subvencionado.

Llamamos a todas las corrientes sindicales en las que lata aún un mínimo de instinto de clase a no dejarse llevar por la aparente popularidad inmediata, a denunciar el carácter pequeñoburgués de estas asambleas interclasistas y a rechazar frontalmente este modelo como impotente para la defensa de los asalariados, apto sólo para el ahogo de la lucha de la clase obrera.

Llamamos a defender también frente a estas asambleas la libertad sindical y política de las organizaciones obreras y la independencia de los intereses de la clase trabajadora.

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