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La crisis de sobreproducción.

La crisis de sobreproducción que golpea la economía capitalista a escala internacional, impone descargar sus demoledores efectos sobre los trabajadores, reduciendo drásticamente los salarios, alargando las ya interminables jornadas laborales y, reduciendo drásticamente los costes globales del trabajo: la educación pública estatal, la sanidad, las pensiones y los funcionarios. Planea ya sobre las cabezas de todos los trabajadores del sector público estatal el muy real fantasma del despido y de la privatización, sobre sectores como la enseñanza y la sanidad que, vía gestión del presupuesto, ofrecen magníficas oportunidades para unas empresas privadas, huérfanas de sus tradicionales campos de actuación como el inmobiliario o las infraestructuras. ("Rossel sugiere una cifra de 900.000 funcionarios redudantes en España. Rossel insiste: pide que se pueda despedir en el sector público como en la empresa privada", Expansión, 15 de diciembre de 2011).

El Estado capitalista español debe recortar como mínimo 44.000 millones de su presupuesto para que le cuadren las cuentas y así poder pagar lo que está por encima de cualquier otra consideración, la deuda de los capitalistas. Pero este es sólo el principio, ya que el conjunto del sistema bancario español arrastra unas deudas reconocidas -y lo que venga- de 174.000 millones de euros, que dada la lógica inherente del sistema capitalista, debe ser cargado inevitablemente sobre las espaldas de la desorganizada, cautiva y maniatada clase obrera del estado español, ya sean del sector público o privado, pensionistas, etc., vía bajada drástica de los salarios y pensiones, repago -no copago- de medicamentos, tratamientos médicos, enseñanza. Todo ello con el objetivo último de recuperar la tasa de ganancia, suprema divinidad a la que se rinde culto en el capitalismo y en cuyo altar se sacrifica absolutamente todo, incluyendo la salud y la educación de los trabajadores y sus hijos.

La función del sindicalismo subvencionado.

Si la crisis se descarga sobre las espaldas de los trabajadores no es por fatalidad, sino por la desorganización, la debilidad y la más absoluta impotencia que durante décadas lleva fomentando implacablemente todo el sindicalismo subvencionado, que nos entrega maniatados al capital, su dueño y benefactor. Pese al mucho ruido de fondo que estas organizaciones crean, los hechos son testarudos: “El acuerdo firmado entre la patronal de Cataluña (Foment), CCOO, y UGT hasta 2014 incorpora la FLEXIBILIDAD TOTAL en los convenios: desliga completamente los salarios del IPC, la modificación del horario, establece una lucha contra el absentismo, nuevos contratos para renovar plantillas, cláusulas para la extinción de contratos, regulados todos estos derechos “en función de la actividad empresarial” (El Economista, 8 de noviembre de 2011). Con estos acuerdos ponen a los trabajadores y sus ya miserables salarios a merced de las empresas y nos condenan a reventar todavía más, cuando el índice de bajas laborales en el Estado español es el más bajo de la Unión Europea. A esto nos lleva el sindicalismo subvencionado por el patrón y por el Estado; no es una cuestión de traición ni de incompetencia, es la naturaleza, el carácter de estas organizaciones al servicio de las empresas y del capital, que desorganizan, cansan, queman y llevan a los trabajadores a la derrota total.

El ataque antiobrero y el trabajador de la enseñanza estatal en Madrid.

La relación de granujadas y atropellos del feroz caníbal patrón capitalista de la administración es inacabable: se nos ha reducido el sueldo una media del 7% (tras las congelaciones de los últimos años); arrojan al paro, quizá de por vida, a miles de compañeros interinos (una media de 5 por los 1700 centros de secundaria existentes); obligan al resto de trabajadores a realizar el trabajo de los despedidos, a lo que debemos sumar las miles de jubilaciones no cubiertas (la patronal, vía PSOE, impuso que a partir de 2010 solo se cubriera el 10% de las jubilaciones del funcionariado público). Como resultado de todo ello se nos aumenta hasta extremos inconcebibles la ratio, las horas lectivas de los profesores se aumentan con una interpretación falaz de la ley y los recursos educativos menguan constantemente, mientras se trasvasan masivamente a la privada y concertada; y ya se aproximan nuevos reducciones salariales, aumentos de jornadas y de horas lectivas y despidos (hasta ahora han desfilado los interinos, ya veremos mañana). Todo esto crea unas condiciones absolutamente monstruosas que no pueden provocar sino un empeoramiento y degeneración de la enseñanza pública.

Eso sí, para garantizar la sumisión y la obediencia ciega ya tenemos la receta adecuada que no es otra que el soborno descarado de los equipos directivos a los que se premia con jugosos pluses por alumno matriculado y rebajas de horario lectivo, para que acepten gustosos su papel de capataces implacables con capacidad sancionadora contra sus compañeros. Con eso se colocan las vías hacia la inevitable privatización que pasa por empeorar radicalmente las condiciones laborales de los trabajadores de la enseñanza estatal para garantizar beneficios. Un primer paso importante en este sentido se ha dado en Cataluña con la aprobación por el tripartito (PSOE, ERC, IU-ICV) del Decreto 155/2010 sobre la “dirección de centros educativos públicos”, que convierte a los centros en empresas de titularidad pública pero con un modelo de gestión idéntico a la empresa privada, en manos de los capataces-directores.

Empresas de servicios sindicales, espontaneísmo, asamblearismo, 15M, cretinismo parlamentario y otros diques de contención.

Ante toda esta brutal ofensiva, la actitud de los sindicatos subvencionados (CCOO, UGT, ANPE, CGT, STEM…) no ha sido otra que la de complicidad encubierta, y no puede ser de otra forma ya que las cuantiosas subvenciones y todo tipo de ayudas que reciben del estado burgués obliga a que las acciones de los sindicatos subvencionados sean simples maniobras de distracción para entretener, cansar, quemar a los trabajadores, aplastar cualquier conato de auténtica lucha organizada, y en definitiva organizar la total desorganización. El sindicalismo subvencionado es una de las patas/pilares que mantiene el orden capitalista establecido (la paz social), actuando como bomberos sociales en las luchas de los trabajadores. Esta labor de apagafuegos ha vuelto a resultar evidente frente al enfado de los trabajadores de la enseñanza. Por todos los medios han intentado, y finalmente han conseguido, imponer su habitual y miserable estrategia: quemar a los trabajadores sembrando la confusión, convocando inútiles huelgas dispersas en el tiempo con que lavarse la cara y llevando la lucha al terreno baldío del cretinismo parlamentario.

Muchos trabajadores de la educación se han dado cuenta, en este camino, del modo de actuar de estas empresas sindicales, de estos apagafuegos del capitalismo, aunque todavía no hayan comprendido totalmente su naturaleza. Impulsados por la necesidad, estos trabajadores decidieron montar una Asamblea alternativa a la de la mesa de las empresas sindicales, lo que constituyó una buena noticia al tiempo que un peligro a conjurar por el sindicalismo subvencionado. Por ello, en una estrategia también clásica, el último jalón del camino de la derrota de los trabajadores de la educación de Madrid se ha organizado levantando diques de contención situados un poco más a la izquierda de CCOO-UGT. Ese es el papel que ha jugado, que juega siempre, la empresa sindical CGT (CCOO bis), que hoy promete solemnemente acatar lo que diga la Asamblea alternativa de representantes de los trabajadores y mañana devuelve a la misma al redil de la mesa intersindical. Ese es también el papel que ha cumplido esa misma Asamblea, que apareció como resultado de una reacción emocional y ayuna de cualquier planteamiento teórico, y que se ha enfangado con planteamientos corporativos, electoralistas y de cretinismo parlamentario y que ha firmado su propia defunción efectiva como órgano de lucha al haber sido incapaz de elaborar una plataforma reivindicativa clasista y su consiguiente lucha. Esta Asamblea alternativa, lastrada en sus inicios por su propio espontaneísmo sin principios y, por ello, finalmente controlada por miniorganizaciones sindicales (lo de mini no es por su tamaño sino por sus miserables y ruines planteamientos y quehaceres) como “Soy pública” o “AMPIC” y por oportunistas y embaucadores profesionales ligados el reaccionarismo ultrademocrático del 15M, ha caído, como no podía ser de otro modo en el mandamiento supremo de todos los oportunistas y zascandiles: el movimiento es todo, el fin no es nada. La Asamblea alternativa ha ofrecido un soberbio ejemplo de adónde nos lleva a los trabajadores la absoluta falta de principios y de memoria histórica, la fe obsesiva en la espontaneidad de los movimientos de masas y la ilusión parlamentaria, que se ha expresado en una infinita serie de votaciones huecas y vacías de contenido. Lo único que ha salido de tanta hiperdemocracia ha sido un ridículo calendario de huelgas de 3-0-3, 0-2-0, que al final, los mandamases de turno, en el acto final de la desvergüenza, han despachado en aras de la sagrada unidad de acción con esos sindicatos a los que acusaron, rasgándose todas las vestiduras y hasta las costuras, de haberlos engañado. No se puede ser más estúpido, o no se puede ser tan cínico, o no se sabe bien dónde acaba lo uno y empieza lo otro. Pero es lógico, ¿qué se puede esperar de unas organizaciones con un planteamiento netamente pequeñoburgués, sazonado de pedantería y snobismo, más los entretenimientos del 15M, y donde brilla por su ausencia el más mínimo contenido clasista? ¿Qué se debe esperar de organizaciones como CGT (CCOO bis) o CNT (CGT bis), que pese a todo lo que declaren, reciben cuantiosas subvenciones del estado-patrón, camufladas en el caso de CNT de ayudas a “fundaciones culturales” y reparaciones del supuesto patrimonio histórico?

No cabe llamarnos a engaños. El conato de incendio inicial de los trabajadores de la educación ha sido controlado por todos estos bomberos sociales y solo lo reavivarán para continuar haciendo el juego a favor de las facciones que vayan a controlar las cúpulas de estas organizaciones tras las luchas intestinas por la poltrona producidas por el cataclismo electoral del 20N. Sofocado el conato de incendio obrero, el sindicalismo subvencionado vuelve a sus argucias clásicas y desmovilizadoras: los lavados de cara con huelgas de un día y las manifestaciones procesionales de penitentes pidiendo clemencia al patrón sin un ápice de combatividad, a las acciones más ridículamente culturalistas y al viejo eslogan reaccionario de la "imaginación al poder" (es decir, a un ridículo y mentiroso "todo vale", a la propagación de la amnesia histórica y al abandono de las auténticamente eficaces armas clasistas de la lucha obrera). Las agresiones pasadas no se pararon con estas patrañas, tampoco se pararán las presentes ni mucho menos las futuras. Este tipo de acciones y de "mareas verdes" solo sirven para promocionar la carrera sindicalera y politiquera de sus promotores dentro del aparato del Estado, para desorganizar y paralizar una lucha auténticamente obrera y para quemar a los trabajadores dispuestos a acometerla.

Nuestros objetivos, los de los trabajadores, sólo se pueden alcanzar con una organización de los trabajadores que recobre los planteamientos clasistas y la memoria histórica, una organización que no reciba ninguna subvención ni del Estado ni del Patrón y que, por tanto, pueda preparar la lucha efectiva para imponerle al patrón una tabla reivindicativa como esta:

  • Interinos y eventuales a fijos de plantilla
  • Exigimos que se ocupen los puestos de trabajo que se dejan de ocupar desde hace 10 años (jubilaciones y bajas). Solo así se puede combatir el aumento de la ratio y plantearse disminuirla en el futuro hasta 15 alumnos por aula como máximo.
  • Jubilación voluntaria a los 55 años con el 100% de la base reguladora
  • No más de 25 periodos de permanencia en el centro

No te resignes a la impotencia de la soledad individual. Organizate en el sindicato de clase. Asamblea todos los jueves a las 19H en el local sindical (C/ Plaza de Matute, 10, 2ºD)

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