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La Asamblea de Trabajadores de Panrico de la fábrica de Santa Perpetua ha rechazado el acuerdo que firmaron los aparatos sindicales subvencionados y que, a cambio de un compromiso de pagar las nóminas fraccionadamente, exigía la  desconvocatoria de la huelga y el compromiso de mantener la "paz social": entregar atados de pies y de manos a los trabajadores para que la empresa haga lo que quiera, en la medida que hay la amenaza de 1900 despidos y una reducción salarial del 45% sobre la mesa.

Saludamos la determinación de tirar adelante la Huelga indefinida de los trabajadores de la planta de Panrico de Santa Perpetua que no se han dejado enredar por el trapicheo de los sindicatos subvencionados en la mesa de “negociación” (también conocida como la mesa de la “bajada de pantalones”), ni por el intento confusionista de someter a votación eterna las decisiones ya tomadas, ni por el chantaje descarado de amenazar con no pagar a nadie si una sola fábrica iba a la huelga, ni se han dejado intimidar por los mercenarios a sueldo de la Patronal (léase Mossos d’Esquadra) que protegen a la empresa y a los esquiroles.

Como siempre que se declara una huelga, todos los medios de comunicación han empezado a difundir su verborrea habitual sobre el “derecho al trabajo”. ¿De qué derecho al trabajo están hablando cuando hay 6.000.000 de parados, cuando se puede proclamar impunemente a los cuatro vientos que no se pagarán los salarios a 4.000 familias y que además se pretende echar a la calle a la mitad de estas familias, aparte de reducirles el salario a los que queden? ¿”Derecho” a trabajar gratis? ¿”Derecho al trabajo” despidiendo a 1900 compañeros, quitándoles su puesto de trabajo? ¡Venga ya! El trabajo asalariado no es un “derecho”, es una forma moderna de esclavitud y de explotación. El Derecho que verdaderamente están defendiendo aquí los medios de comunicación y la policía, el único derecho real que fundamenta el Estado actual, es el derecho de la Patronal a explotar a los trabajadores asalariados y a disponer de nuestras vidas y condiciones de trabajo a su antojo.

Es muy sintomático que, de acuerdo con el sistema democrático-burgués, cualquier decisión tomada por la mayoría en el parlamento en forma de Ley (sabemos que no son ellos los que deciden sino que escenifican los dictados de la Patronal) debe ser acatada por todos (excepto los empresarios como queda en evidencia cada dos por tres), independientemente de que hayamos votado o no, o lo hayamos hecho en un sentido u otro; incluso cualquier decisión tomada por la Asamblea de Trabajadores o por sus “representantes” debe ser acatada por los que estén en contra (ya sea un Convenio raquítico, ya sea una reducción salarial, un despido colectivo, una modificación sustancial, etc.), todas… ¡excepto la decisión de convocar una huelga! Esta es la tremenda hipocresía de la burguesía, que nos garantiza el derecho a votar nuestras  propias reducciones de condiciones traicionándonos a nosotros mismos, a nuestros compañeros y a nuestra clase pero que se horroriza ante la determinación de los trabajadores a organizarse para luchar por nuestras condiciones de trabajo y de vida contra esta misma burguesía.

El derecho es la fuerza para imponerlo. Los trabajadores no tenemos ningún derecho (o los tenemos sólo sobre el papel) si no nos organizamos para defenderlos e imponérselos a la Patronal. Y nuestra arma inmediata principal para esta lucha es la huelga indefinida y su extensión, la organización de clase de los asalariados. No hay recetas infalibles, ni fórmulas mágicas y todas las luchas que se empiezan pueden perderse. Pero hay una verdad más profunda y que todos conocemos: si no nos organizamos para luchar y no luchamos hemos perdido antes de empezar, nunca dejaremos de ser esclavos. Y todavía otra: los trabajadores asalariados somos la aplastante mayoría de la población del Estado español y del mundo entero, somos los que lo producimos todo. La dominación de la burguesía se funda en la competencia fratricida que nos hacemos, en el aislamiento que cultivan los aparatos sindicales subvencionados y en la represión directa por los órganos del Estado.

Este ataque de la Patronal contra los trabajadores de Panrico es un ataque contra todos nosotros y, como tal, debería ser motivo de una convocatoria de Huelga General o, cuanto menos, del sector o de las provincias donde están las fábricas. Si esto no sucede, ¿es por apatía o falta de solidaridad del resto de la clase obrera? ¡Falso! Esto sucede porque ante estos ataques la reacción de los aparatos sindicales subvencionados es dinamitar la huelga, firmar un acuerdo raquítico en el que los trabajadores se atarían de pies y de manos aceptando la “paz social” y lo coronan con un chantaje para  criminalizar a las fábricas que decidan seguir con la huelga. Porque a la hora de la verdad, los aparatos sindicales subvencionados (y no nos referimos a los simples afiliados de cuya honestidad y combatividad no dudamos en general; sino a los cargos, a los liberados, a los “profesionales del sindicalismo”, a los vende-obreros de todos los pelajes, etc.) sirven para mantenernos aislados, sometidos y encerrados cada uno en su empresa, cumplen su función de bomberos sociales.

Todos los trabajadores asalariados podemos vernos reflejados en los compañeros en lucha de Panrico y ver en ellos a nuestros iguales, a nuestros hermanos de clase. Todos podemos ver en los abusos y atropellos cometidos contra ellos, los mismos abusos y atropellos que debemos sufrir cotidianamente cada uno en nuestros centros de trabajo. Esta lucha merece y exige la solidaridad de todos nosotros. Llamamos a todos los trabajadores asalariados a apoyar la lucha de los trabajadores de Panrico, a acudir a sus piquetes y concentraciones (Carretera de Mollet a Sabadell, B-140, km 4.3, STA. PERPETUA DE MOGODA), para solidarizarnos y apoyar material y económicamente esta lucha que es la lucha de toda la clase obrera.

¡POR LA EXTENSIÓN DE LA LUCHA A TODAS LAS FÁBRICAS Y SECTORES!

¡CONTRA LA PREPOTENCIA PATRONAL, HUELGA INDEFINIDA!

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