8 de marzo de 2017
Nuevamente en este 8 de marzo, el Capital, las mujeres empresarias, las ministras, las diputadas, las directoras de los organismos e instituciones del Estado y de las empresas, convierten esta fecha en un carnaval institucionalizándolo con actividades parlamentarias, realzando el individualismo y logros femeninos, regalando ramos de flores, placas y botones de reconocimiento a la eficacia y rendimiento en el trabajo, declarando esta fecha como el día de la mujer en general, mezclando en un mismo saco a la mujer empresaria y a la mujer obrera (explotadora y explotada).
Todo ello, tiene como objetivo el desclasar esta jornada histórica de lucha de la clase obrera, para borrar la memoria histórica a la mujer obrera, que olvidemos y renunciemos a pertenecer a una clase y a la necesidad de organizarnos para la lucha por la abolición del trabajo asalariado y para defender reivindicaciones inmediatas como son: un salario que permita llegar a fin de mes, mejores condiciones y entorno de trabajo, la defensa del puesto de trabajo y la reducción de la jornada de trabajo sin reducción salarial.
Estas telepredicadoras representantes del Capital dicen: “Hoy es un gran día de la mujer trabajadora, de las abnegadas por el trabajo, por la igualdad de derechos, hoy es el día de la mujer”. Y nos preguntamos:
¿Acaso son los mismos derechos, relaciones y condiciones de vida las de la Vicepresidenta del Gobierno o de la Ministra de Empleo que las de las proletarias que hacemos el trabajo de limpieza en la calle y en las oficinas?
¿Acaso son las mismas condiciones las de las mujeres de la burguesía que disponen del tiempo, el dinero y los tratamientos médicos más avanzados que las de las mujeres de la clase obrera que nos matamos trabajando, que no llegamos a fin de mes y que tenemos que contentarnos con medicamentos genéricos y colas de espera?
¿Acaso son las mismas condiciones las de las mujeres de la burguesía que pueden viajar y estudiar en el extranjero que las de las mujeres proletarias que hemos tenido que emigrar a otros países y soportar mil calamidades para encontrar un trabajo?
¿Acaso son las mismas condiciones las de las mujeres de la burguesía cuyas propiedades y sus empresas están protegidas por el Estado que las de las mujeres asalariadas a las que se nos echa encima la policía cuando hacemos huelga?
¿Acaso son las mismas condiciones las de las mujeres de la burguesía que pueden tener los hijos que quieran, o abortar si lo creen conveniente, que las de las mujeres de la clase obrera para las cuales tener hijos y la vida con la familia se pueden convertir y se convierten en un infierno por las condiciones precarias y abusivas a las que estamos sometidas junto con nuestros compañeros en los centros de trabajo o en el arroyo del paro?
¡No y mil veces no! Las condiciones de trabajo y de vida de las mujeres de la clase obrera no tienen nada que ver con las de las mujeres de la burguesía y las que ocupan puestos a su alrededor.
El capitalismo se caracteriza por el trabajo asalariado: nuestra fuerza de trabajo es una mercancía más. Mientras exista el capitalismo y el trabajo asalariado, la gran masa de las mujeres – y de los hombres – estará condenada a ser una mercancía, a ser un instrumento de producción más al servicio del capital.
Es imposible “emancipar a la mujer” de su carácter de mercancía sin abolir el carácter general de mercancía de todo el proletariado y sin abolir el carácter mercantil capitalista de las relaciones de producción actuales.
Sólo con la abolición del trabajo asalariado se acabará con la condición de instrumento de producción y de sometimiento de la mujer. Sólo con la abolición de la propiedad privada y la socialización de los medios de producción podremos acabar con la anarquía de la producción y la pervivencia del ámbito doméstico, aislado y relegado a segundo plano, en el que consume y revienta nuestra vida de miseria y explotación.
Estamos en lucha al mismo tiempo contra todo sexismo y todo abuso contra las mujeres asalariadas así como contra todo intento de dividir a la clase obrera y de asimilar a las mujeres explotadas con las mujeres explotadoras.
Lo que necesitamos las mujeres asalariadas no es un día en el que todas las mujeres de la burguesía se llenen la boca de discursos para sedar nuestro instinto de clase, ni en el que se nos llame a la división y enfrentamiento con nuestros compañeros de clase… sino tejer una red de mujeres y hombres para la lucha contra la explotación en la que se rechace enérgicamente cualquier actitud sexista, en la que mujeres y hombres de la clase obrera conformemos una piña contra la Patronal y contra toda actitud sexista o machista.
Para luchar por la emancipación de nuestra clase, las mujeres de la clase obrera, tenemos que denunciar todas las campañas que nos pretenden igualar a las mujeres explotadoras, poniendo en la calle y en los centros de trabajo una tabla reivindicativa que unifique a todo el proletariado en una sola lucha contra la patronal:
· Salario mínimo o subsidio indefinido de paro de 1500€.
· Reducción de la jornada de trabajo a 30 horas semanales sin reducción salarial, hacia la abolición del trabajo asalariado.
· Fuera ETT’s y subcontratas: ¡todos a fijos en la empresa principal!
· Jubilación a los 55 años con el 100% del salario.
· ¡Aborto libre y gratuito! En los centros con mejor tecnología, métodos menos perjudiciales, en las mejores condiciones de higiene y sin lista de espera.